ANÓNIMOS


Un horrible dolor de cabeza me hace volver a la realidad, no entendía lo que estaba ocurriendo, donde me encontraba.
Intento moverme pero no puedo, estoy atada a una silla de pies y manos, tampoco puedo ver nada una venda me impide saber donde estoy, nadie puede venir en mi ayuda no puedo gritar, estoy amordazada.

Poco a poco el dolor de cabeza va reduciéndose lo que me hace ser consciente de lo que esta ocurriendo, recuerdo colgar en el perchero en mi despacho mi toga observando mis puñetas nuevas de bordado de Camariñas regalo de mi madre,salir del juzgado y dirigirme a mi coche tranquila sin preocupaciones,ahora soy consciente de mi error, no tomarme en serio esos anónimos que fueron a parar a un cajón de mi mesa pensando que eran una broma de mal gusto.

Un ruido me saca de mis pensamientos, parece que una puerta se abre,alguien me quita la venda que cubre mis ojos para encontrarme con una mirada dura y fría que me observa a través de un pasamontañas.

En su mano una cesta llena de papeles.

-No recibiste mis cartas? me pregunta mientras sacude lo que parecer ser cartas.

Su voz  me resulta familiar pero no consigo recordar su cara, pero hay algo que si consigo recordar e identificar un tatuaje de un dragón chino muy peculiar a la altura de la muñeca que su jersey no logra cubrir. 
Trae a mi cabeza el enfado y la decepción de su propietario, de quien lo ha perdido todo y me culpa a mi de su caída Yo dicte su sentencia.

Me mira fijamente. Pone en marcha una cuenta atrás y riéndose con macabras carcajadas me dice:

- Este es tu plazo de caducidad.

El miedo se apodera de mi no tengo manera de escapar, atada y encerrada en un lugar que desconozco y con un carcelero con pocas intenciones de dejarme el libertad al terminar mi tiempo.

Mi única opción es la Inspectora Gala, quizás a ella le extrañe mi plantón si previo aviso a una comida programada hace tiempo y ella con su gran intuición ponga a funcionar su cerebro.

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